Si voy por un camino y me tropiezo con una piedra, puede ser falta de atención de mi parte. Sigo por el mismo camino y me vuelvo a tropezar con otra piedra, puedo no estar viendo bien el camino. Sigo caminando y vuelvo a tropezarme con otra piedra… ¿Qué hago insistiendo en caminar por el mismo camino lleno de piedras? Y, bueno, es el único camino que lleva al lugar donde quiero ir… entonces ¿Si te das cuenta que el único camino que te lleva al lugar donde queres ir está lleno de piedras, porque no levantas más los pies?Hay una frase que dice “tropezar con una piedra no está mal, lo malo es encariñarnos con ella”. Las piedras de nuestra historia son los inconvenientes, frustraciones o errores en nuestra vida. ¿En qué momento podemos decir que nos estamos encariñando con la piedra? Cuando nos quedamos en una situación que quisimos resolver pero dejamos de lado las soluciones. Cuando no hacemos nada para cambiar aquello que no nos hace bien o lo que a veces puede ser peor, hacemos siempre lo mismo a cosas que no da resultado.Cuando pasa esto y se cae además la queja constante de “es lo que me tocó”, “es lo que hay”, “ya estoy acostumbrado”, “ya hice todo lo que podía, más no se puede”, la pregunta que pienso es ¿no será que necesitamos tener siempre esa piedra a mano para justificar nuestra incapacidad para aprender de los errores y esconder el miedo que nos produce el tomar caminos diferentes?
oriana
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